top of page

JUNIO 2025

El poder consciente de nuestras manos

Por Mónica Albarrán

Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace unos días, me encontré con una imagen sencilla pero poderosa, decía: “Usa tus manos para bendecir, sanar, acariciar, crear, hacer, generar, recibir y dar, porque son tus extensiones y conexiones con la divinidad.”

 

Esa frase me detuvo. En medio del ruido del día a día, me recordó algo esencial: que nuestras manos no solo están hechas para trabajar o resolver problemas, sino también para conectar, para cuidar y para transformar.

A partir de ese pequeño hallazgo visual, surgió en mí la necesidad de escribir estas líneas. Quise explorar más a fondo el significado de este mensaje y reflexionar sobre cómo, desde lo más cotidiano, podemos vivir con más intención, presencia y humanidad.

Una invitación a vivir con intención desde lo cotidiano.

A veces olvidamos que nuestras manos no solo sirven para realizar tareas prácticas. También son una extensión de lo que somos por dentro: emociones, pensamientos, intenciones. A través de ellas damos forma al mundo, tocamos la vida de otros, construimos, sostenemos y transformamos.

1. Bendecir y sanar: cuando el toque se convierte en consuelo

Cada vez que usamos nuestras manos para acompañar a alguien, para brindar apoyo, para aliviar o simplemente estar presentes, estamos sanando. No necesitas ser médico ni terapeuta: el simple acto de poner tu mano en el hombro de alguien, de abrazar, de tocar con respeto, puede transmitir una paz que no siempre logran las palabras.

 

2. Acariciar y cuidar: la ternura como forma de conexión

El contacto físico, cuando nace del respeto y el amor, crea lazos profundos. Una caricia, un gesto suave, pueden recordarle a otra persona que es vista, valorada y amada. En nuestras relaciones (con los demás y con nosotros mismos) este tipo de presencia consciente es fundamental.

 

3. Crear, hacer, generar: el poder de manifestar

Todo lo que construimos con nuestras manos lleva nuestra energía. Desde preparar una comida hasta escribir, pintar, sembrar o reparar algo. Cuando lo hacemos con intención y cuidado, no solo producimos algo útil, también ponemos parte de nuestra esencia en ello. Crear es una forma de compartir lo que somos.

4. Dar y recibir: equilibrio que transforma

Usar nuestras manos para dar (ya sea tiempo, ayuda, alimento o afecto) es uno de los actos más poderosos que podemos realizar. Pero también necesitamos aprender a recibir: permitir que otros nos ayuden, nos cuiden, nos ofrezcan lo que tienen para dar. Dar y recibir son dos partes de un mismo flujo vital.

5. Nuestras manos como canales de lo divino

Este mensaje nos recuerda que nuestras manos son extensiones de lo que llevamos dentro. Cuando las usamos con intención, compasión y respeto, se convierten en canales de algo más grande que nosotros: amor, energía, luz, vida. En lo cotidiano hay algo sagrado, si aprendemos a verlo.

Este mensaje, que descubrí casi por casualidad en una imagen, me hizo detenerme y mirar mis propios gestos con otros ojos. A veces pasamos por alto lo más simple: cómo tocamos, cómo damos, cómo creamos. Y sin embargo, nuestras manos están presentes en casi todo lo que hacemos. Son vehículos de lo que sentimos, de lo que pensamos, incluso de lo que creemos.

 

Personalmente, esta reflexión me recordó que cada acción, por pequeña que parezca, puede tener un impacto profundo. Que nuestras manos son una forma de expresar amor, respeto, servicio y gratitud. No necesitamos grandes discursos ni gestos espectaculares para hacer la diferencia. Basta con usar lo que ya tenemos (nuestras manos) con conciencia, con presencia y con alma.

 

Hoy elijo prestar más atención a lo que hago con mis manos. Porque al final, creo que cada uno de nosotros puede convertirse en un canal de algo más grande, simplemente a través de cómo toca el mundo.

-Mónica Albarrán

DSC04049_edited.jpg

MON THAI ATELIER  Una experiencia para cuerpo y espíritu

© 2024 MON THAI ATELIER

bottom of page